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Anoche me encontré este título en Prime (servicio de streaming de Amazon), y como puertorriqueña quise saber de qué trataba la película, de la cual confieso no había escuchado. No quise contaminarme con las críticas que existían, así que ni busque ni pregunte sobre la misma. Cuando termine de verla e incluso en algunos momentos mientras la vela, se me aguaron los ojos, de alegría y nostalgia. Al terminar, investigue sobre el film y concuerdo con las críticas recibidas, aunque no encontré alguna como la que les voy a compartir, es mi personal apreciación y espero encontrar eco en algún lector de la misma.

La película es el junte del talento excepcional de actrices puertorriqueñas que ocupan un lugar glorioso en la historia de las artes teatrales, televisivas y cinematográficas. Aquí un enlace para la sinopsis de Perfume de Gardenias.

La Película — Perfume de Gardenias

El espectador no va a encontrar una trama de intrigas, sobresaltos, misterios o comicidad que lo haga desternillarse de la risa. Prepárese para un viaje a traves de la cotidianidad que invaden las tradiciones puertorriqueñas y la vida en comunidad de clase media. Igualmente, en términos auditivos, rebusque en su memoria los refranes, vocabulario puertorriqueño y expresiones a descifrar en las entrelineas de los diálogos entre personajes. Visualmente, Recréese apreciando la decoración que caracterizaba la casa de nuestras abuelas y madres, ¡única y singular! Mi papá llamaba a esa decoración “barroca”, en tono de broma y para mortificar a mi mama. 🙂

Precisamente ese paseo por la decoración de la casa fue el detonante de mi lagrimeo. Cada objeto, rincón o detalle de ella, me recordaba a mi abuela (RIP) y a mi mamá. El gato chino de la suerte con su patita derecha subiendo y bajando rítmicamente, los “tupperware” intercambiados entre vecinos, el reloj grande en la pared, la colcha tejida, la pared de retratos, los muebles de pajilla, las figuras de yeso. El estante de múltiples tablillas, las figuras religiosas, el almanaque en la pared, las cortinas de Capri, las sillas forradas con plástico para protegerlas, los sillones de metal en el balcón, la imagen de La última cena en cerámica, la mesita destinada a figuras religiosas y las velas a los muertos, el cuerno de la abundancia, los jarrones floreados con fondo blanco hechos de cerámica, el caldero siempre sobre la estufa, la nevera cubierta de imanes decorativos acumulados a través de los años, la colección de muñequitas con la cara en loza, etcétera, son el eco y reflejo de las casas de nuestras madres y abuelas.

En el área de tradiciones y costumbres, la película recrea toda una gama de ellas que nos caracterizan como puertorriqueños. Los velatorios con motivos (¿recuerdan el del muerto parao?), visitar a los dolientes para dar el pésame, los velatorios con música, el despliegue fotos del fallecido/a durante el velatorio, los cuchicheos entre vecinos que aprovechan para ponerse al día con los últimos “incidentes” del vecindario, el ofrecer algún bocadito o bebida a la visita, estar “presente” para ese vecino que necesita ayuda o el ofrecimiento de esta si se percibe que la necesita, “conocer” lo que pasa en cada casa (aunque casi ni se salga de la propia), el intercambio de comida entre vecinos, etcétera, son parte de nuestra idiosincrasia.

Perfume de Gardenias es película obligada para todos los que disfrutamos vernos reflejados en su trama y dar un viaje en el tiempo para reconocer lo que contribuyó a nuestra formación. Obviamente son muchos los temas expuestos y hay materia para seguir abundando en su trama, sin restar mérito a la invaluable actuación de los actores del patio. Véanla, sé que la disfrutaran.

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