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Adoro el silencio, 
ese que me permite ver mis adentros.

El que me abre las puertas de mi inconsciente
y me enfrenta a ese yo verdadero.

Esos atesorados y solitarios aterradores momentos 
que me devuelven la capacidad de ver mis adentros.

Sueño durante ellos,
elevo el espíritu y me veo, fuerte, impetuosa, gloriosa. 

¡Que vivan la soledad y el silencio!,
maestros para ese encuentro con lo que soy, fui y seré. 

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